viernes, 31 de agosto de 2007

Habitación 206, en Benson Hospital


Mis tres mejores amigos en Benson Hospital

En la habitación número 206 del área de pediatría del Benson Hospital en Monrovia, compartí sin duda una parte de mis mejores momentos en Liberia.
Son tres y no uno, los motivos que me hacen sonreír cada día, son tres y no uno los que me dan ánimos día tras día y son tres y no uno a los que recurro día a día .
Son tres personajillos que dan vida al pasillo de pediatría y que se han convertido en el querer de enfermeras, médicos y de todo el personal del hospital.
Son tres niños que me demuestran lo dura y lo tierna que puede ser a la vez la vida en este país. Son personitas con un coraje y una valentía que en ocasiones olvidamos que son tan solo eso, niños tan solo.
Es curioso porque no tengo idea como empezó todo, pero si sé que me acostumbre a ellos y ellos a mí, y son tres motivos más que suficientes para ir un domingo a trabajar al hospital, para no perder la esperanza y para no dejar de reír.
Mis tres motivos, son algunos de entre otros tantos niños quemados que llegan y ingresan en el hospital, pero estos tuvieron más suerte que otros tantos y no pasaran a agrandar nuestra tasa de mortalidad. Son niños, solo eso, niños jugando cerca de un fuego de una cocina improvisada, dentro de una casa improvisada.

“Faney”, tiene unos ojos y una mirada que me robaron el corazón a mí y a medio hospital, pese a los vendajes que le cubren la cabecita, sus grandes ojos negros tienen una expresión tan fuerte que no hacen falta palabras, tan tierna y dura a la vez, solo tiene cuatro años pero en ocasiones lo olvido.


“Fi” tiene una sonrisa y una mirada que lo inunda todo de esperanza y pese a no poder andar porque tiene los pies quemados sigue sonriendo en cuanto te ve, es la simpatía personificada. Es muy probable que no vuelva a caminar bien jamás, pero lo intenta cada día, primero empezó con un caminador, luego apoyándose a la pared y ahora ya tiene mis blancos calcetines negros como el carbón. Tantas ganas, tanta superación con una sonrisa gratuita y contagiosa, a la mañana, a la tarde y a la noche... solo pueden verse en un niño.


“Pleasent” tiene una ternura y una dulzura que te traspasan la piel y la expresión de su cara es el reflejo de su alma. Es una niña radiante, que expresa lo que siente con una brutal inocencia. Ella es como es, sin nada añadido, sin nada artificial.


Son mis tres soletes en esta larga estación de lluvia, son una chispa de esperanza, tienen esa luz por la que vale la pena luchar. Y ya es casualidad que mis tres soletes estén los tres en la misma habitación, la 206 de Benson Hospital.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy en en curro.He empezado a leer y me parece alucinante..Mejor me espero a mejor ocasion porque estos relatos merecen ser leidos en condicions de exclusividad.
Un besote, moza.