domingo, 26 de agosto de 2007

RAINING SEASON

Benson Hospital, Paynesville. LIBERIA

Días y más días lloviendo, horas y horas seguidas...¿está llorando Liberia?
Su mar se enfurece, sus calles se inundan, sus casas se desmontan, Liberia se ahoga...
Cuando era tan solo una niña, entonces, ya me gustaba disfrutar del silencio bajo la noche, dormir escuchando llover...esa sensación de estar protegido, de estar salvado, de estar entregado a tus sueños sin la más mínima preocupación. Aquí es diferente, sus gentes en su mayoría viven en casas con paredes de lodo, techos de ramas secas de cocoteros y suelos de tierra. Sin nada más que su tierra, de ese marrón tan intenso que resalta de entre ese verde exuberante, la tierra de África.
Liberia se desdibuja, sus colores pierden fuerza, sus olores se humedecen, sus calles se vuelven sordas, porque el bullicio desaparece y el agua sigue cayendo...

Es una rara sensación de contradicciones y es que África es así, llena de contrastes. Recuerdo la sensación de ahogo en Dijibouti, uno de los países más calurosos del mundo, donde en seis meses solo vi llover un día. Y ahora en Liberia, uno de los países más húmedos del planeta, donde llueve y llueve para seguir lloviendo después, la sensación de ahogo me llega de forma diferente, no pudiendo evitar pensar, porqué aquí tanto y allí tan poco. Sensación de MAS, sensación de BASTA YA.

Mientras tanto, des de la segunda planta de Benson Hospital, miro hacia la lluvia y pienso en la historia más triste que nadie jamás me contó.
En la sala de la ICU hay un bebe quemado, pero el sigue luchando, su madre ya no lo podrá hacer por él. Ella lo cargaba a sus espaldas caminando bajo la lluvia cuando un rayo le alcanzó y la fulminó en unos segundos. ¿Que lotería, no? Ella de entre un montón...
Y el agua sigue cayendo en Liberia. El agua es parte de la vida y parte de todo el proceso. Ese agua que da vida y ese otro que la quita.

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