viernes, 24 de agosto de 2007

OPORTUNIDADES

Coco Beach, Congo Town. Monrovia


No hace falta venir hasta África para darte cuenta que el lugar donde naces marcará tu futuro y toda tu vida, pero aquí en África este pensamiento te golpea cada día con más fuerza. Es una sensación extraña creces con el convencimiento de que todos somos iguales y por eso mismo todos merecemos iguales oportunidades...pero que hipócritas que somos!
¿En que sociedad vivimos?
Una sociedad que es capaz de maquillarlo todo para hacer la vida más fácil, pero más vacía, a los que tuvimos la "suerte" de nacer allá. Un sociedad con unos valores tan sumamente desdibujados que hacen que pierdas en ocasiones la perspectiva del mundo en que vivimos. Pero claro, ¿y a quien le importa lo que pasa en África? masacres, SIDA, hambruna,sequías...en definitiva falta de oportunidades, pero ¿que más da que unos no las tengan si nosotros las tuvimos?
Unos porque nunca se lo plantearan y otros porque no tendrán la oportunidad de hacerlo...

Pero ¿que nos ocurre? aceptamos el olvido, aceptamos las miserias, aceptamos llenar nuestras vidas de cosas vacías...a veces me planteo donde hay más miseria humana acá o allá.

Pero no solo nos conformamos con cerrar los ojos o taparnos lo oídos, no que va...además nos atrevemos a extender nuestros estándares de vida, de consumismo y de desigualdad a un mundo que no nos pertenece, que no nos perteneció y, que pese que algunos no lo entiendan, nunca lo hará.

Pero Liberia es uno de esos casos en que a veces se confunde sueño y realidad, en ocasiones es como un espejismo occidental, en el que algunos creyeron que el futuro está en la basura que les llega de ese otro mundo lleno de "oportunidades". Y yo no les culpo por ello, porque ellos no son los culpables. Nosotros asistimos cada día a un desfile de miserias y ni tan solo simutamos. Para las nuevas generaciones simplemente es lo normal porque nacieron y crecieron con ello. Y lo cotidiano en ocasiones deja de ser importante, deja de ser noticia, deja de ser preocupación, deja de ser...y pasa a ser olvidado.

Si, es cierto, no hace falta venir hasta África...pero la necesidad de intentar no caer en lo cotidiano y en el olvido del compromiso humanitario a mi me trajeron de nuevo a este mundo.
Un mundo que me da mucho más de lo que nunca podré ofrecerle yo, un mundo en el que es más obvio que no todos somos iguales ni tenemos las mismas oportunidades, pero un mundo, el africano, lleno de fuerza, lleno de vida y para mi lleno de esperanza.

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