lunes, 30 de enero de 2012

EL BAÚL DE LOS RECURDOS


Viajando a traves del tiempo, desde una ventana siempre abierta.
Kalymnos 2010.

Hace unos días, tomé una decisión y ésta me llevo a darme cuenta de cuantas, pero cuantas, cosas guardamos, almacenamos en nuestro día a día, no sé muy bien porqué... Pero lo importante de algunas de esas cosas es que por si solas son capaces de transportarnos muchos años atrás, a un lugar y momento preciso como si fuera ayer. Son objetos que siguen iguales, intactos al tiempo, aunque todo lo que les rodea ahora, incluso uno mismo, sea tan sumamente diferente. Tanto, que si no fuera porque van ligadas a un recuerdo, a algo que fue importante o marcó un momento de nuestras vidas, pasarían desapercibidas.

El caso es que el otro día abriendo el baúl de los recuerdos, el arcón sobre el que he dormido los últimos diez años, viajé a años luz sin moverme de mi habitación. Una camiseta teñida y unos tejanos cortados y desfilachados, recuerdo de un par de veranos inolvidables de cuando era una loca adolescente. Un vestido negro guapísimo de mi Noche Vieja con 18 años. Una bufanda de mi abuela o una cartera de mi padre. Una abrigo hippi, de ante y con pelo en el cuello, que compré durante mi inter-rail en algún mercadillo europeo que ahora no soy capaz de recordar aunque recuerdo probarme mil y una cosas antes de decidirme (eso no ha cambiado hoy). Mi camiseta cortada de Medecins sans frontieres. Entradas del Rubianes o de los Rolling Stones. Una caja llena de fotos y alguna carta. Mi diario de Djibouti...en fin, casi sin darme, cuenta cuando regresé de forma consciente a mi habitación de nuevo, ya eran las 00.00h... llevaba viajando más de 3h sin salir de aquellas cuatro paredes.
Fue tan espectacular, que definitivamente, seguiré llenando ese baúl con lo que voy viviendo en este genial presente y lo que venga en el futuro.
La ventana siempre abierta y el baúl con un montón de recurdos por guardar.