miércoles, 22 de agosto de 2007

SACLEPEA HEALTH CENTER-NIMBA




Cuando uno piensa en un proyecto humanitario en una zona rural, el centro de salud Saclapea en Nimba, es el perfecto ejemplo. Bajo lonas blancas con las iniciales pintadas en azul de la UNHCR y plásticos atados a palos de madera, encontramos improvisados consultorios que durante años vieron nacer y morir, niños y mujeres, convirtiéndose en un escenario de alegrías y tristezas, donde un numero importante de actores trataron de interpretar su papel lo mejor que supieron, empezando cada nuevo día en este centro con ilusión y coraje. Pero en este teatro de la vida tan particular no hay actores principales, todos los que pasaron pusieron su granito de arena y hicieron posible que este guión que hoy tenemos delante recogiera en sus cien mil paginas de consultas su nacimiento y su continuidad hasta ahora, cuando corren momentos de cambios...si porque poco a poco se van cerrando las carpas y las nuevas instalaciones de obra se van inaugurando.

Esta renovación me provoca sentimientos contradictorios, por un lado siento un alo de esperanza, las cosas se pueden mejorar, se puede seguir adelante trabajando por algo en lo que se cree. Y por otro la nostalgia de recordar lo que fue, sentarme en uno de estos bancos vacíos, bajo una de estas carpas, me hace pensar en todo lo que allí ocurrió, todas las historias anónimas que aquí se debieron vivir y como en estas difíciles condiciones unos pocos creyeron en una posibilidad, en una esperanza, en un mañana para un pueblo, el liberiano en concreto y el africano en general castigado con guerras, hambrunas y enfermedades olvidadas. Des de la más absoluta admiración quiero recoger aquí su recuerdo... des de la cocinera, hasta la comadrona pasando por el medico, la enfermera, la consejera, el técnico de laboratorio, el logista, el limpiador o el constructor... que no fueron uno si no muchos los que por aquí pasaron repartidos en estas y más especialidades, des del cooperante internacional hasta el trabajador local, todos sin excepción pusieron aquí sueños e ilusiones.

Entre estas dos partes, la más antigua y la más nueva, que forman el centro de salud pasé cuatro días intentado ayudar allí donde puedo ser más útil, en el lab. Y aquí fue donde viví situaciones curiosas y donde pude comprobar que aquí y en cualquier lugar la gente de campo tiene algo especial que los de ciudad nunca tendrán, su generosidad y hospitalidad me hicieron olvidar en algunos momentos donde me encontraba.
Pero era la nueva blanca y eso se notaba, me sentía observada, aquí no se me conocía y la gente se acercaba para conocerme, a diferencia de en la capital, Monrovia, aquí no había necesidad de presentaciones. Y eso ocurría de forma tan natural que me hacia sentir bien, me pareció increíble la facilidad y la cercanía trasmitida en tan solo unas horas.


cocina del centro de salud de Saclepea (NIMBA)



Una situación curiosa y que recuerdo con una sonrisa fue el día que estaba esperando en lo que sería la sala de espera del centro de atención a la mujer, unos bancos de madera alineados en una carpa con carteles enganchados sobre la violencia sexual a las mujeres era el escenario y ellas todas ellas, que me miraban al principio con curiosidad y después con complicidad, las protagonistas...las mujeres en este país, tiene un duro papel para interpretar, pero de ellas se merecen toda una historia y está la contaré otro día.
¿Pero que papel hacía yo en este escenario?, esperaba que la consejera acabara de hablar con siete mujeres antes de realizarles el test, del estigmatizado HIV. Mi papel era en un principio, observa y aconsejar, pero mientras esperaba mi papel cambió. Ellas se acostumbraron a mi presencia y tras unas cómplices sonrisas, al fin y al cabo, y a pesar de proceder de mundos tan diferentes, todas éramos mujeres. Así que pasé a ser testigo de una interesante conversación entre mujeres, unas con más pudor y otras con menos conversaban acerca del uso del condón. Pese a mi dificultad para comprender el idioma, se produjeron diferentes reacciones de lo más interesantes y pude comprobar que la mujer es en si mujer, viva donde viva.





Finalmente y después de felicitar a la consejera por su difícil pero logrado papel, explicando de la forma más curiosa que he visto en mi vida que es el sida, representado como una especie de ser malvado en unos trozos de tela, y su forma de transmisión y consecuencias. Realizamos los tests y pude comprobar que aquí como en el hospital de la capital, a pesar de vivir en duras condiciones toda su vida y parir un montón de hijos cada una de ellas, tienen terror a un pequeño pinchazo en el dedo, necesario para recoger una pequeña muestra de sangre. Pero algo para mi increíble fue observar el buen trato que la consejera tenía hacía ellas, porque algo que me costó aceptar en un principio y que aún ahora me cuesta comprender fue lo poco amables que pueden llegar a ser los trabajadores nacionales en el hospital con los pacientes. Pero, aunque no les justifico no les culpo por ello, quizás la agresividad que se palpa en el ambiente en el que viven sea el causante de su comportamiento. Por la mezcla de todo ello, le felicite no solo como buena consejera sino también como una gran técnico de laboratorio, para mí es fantástico el potencial que tienen y como son capaces con una escasa formación realizar un increíble trabajo sanitario para toda una comunidad, para mí de un valor incalculable.

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