miércoles, 28 de noviembre de 2007

Reencuentro con París...

Torre Eiffel, París 25/11/2007

Volver a París después de más de 10 años...es toda una conexión con pasado y presente, pero sobre todo es una mezcla de sentimientos encontrados, vividos en un mismo lugar y por una misma persona pero en muy diferentes circunstancias. Antes, sin hablar una palabra de francés, sin dinero y con todo un mundo por descubrir. Ahora, sin problemas de comunicación o de dinero, y con todo un mundo por compartir. Así es la vida y me siento toda una afortunada por poder disfrutar compartiendo momentos con viejos y nuevos amigos en la ciudad más romántica del mundo.
Reencuentro con una de las personas más especiales que conocí en Liberia,reencuentro con uno de mis mejores amigos de instituto, artista y en breve papá y encuentro con dos chicas geniales una francesa y una irlandesa.

Pero... ¿Que hacen cenando una francesa, una irlandesa, una argentina y una catalana en un apartamento en París? Pues compartir creps, vino incluso sidra, y reír reír un montón...cuatro mujeres al fin y al cabo que el capricho del destino conectó.
Un descubrimiento para cuidarse y un consejo para quererse un poquito...visitar un Hamman o en otras palabras unos baños turcos. Fue aquí en París donde por primera vez me untaron con aceite, con barro, cambié toda la piel y me masajearon todo mi cuerpo, me mimaron, me relajaron...y donde tomando un té, arropada con un albornoz y sentada en un lujoso salón con cojines, velas, luces tenues, melodía árabe de fondo, una atmósfera ideal, no pude evitar pensar en mi último té compartido con 6o africanos, en aquella pinassa sobre las aguas del río Niger en mi viaje por Mali hace tan solo dos meses...

Vagabundeé por un mercado de anticuarios, no pude resistir la tentación de comprarme una boina a la fracesa, me quedé con ganas de un cuadro de un artista africano que posiblemente debería estar exponiendo su obra en una galería. Y busqué y busqué aquella antigua y pequeña crepería, típica parisina, donde hace más de 10 años tres amigas compartimos un crep al mismo tiempo que aprovechábamos un enchufe para cargar una cámara. Hoy no hay ni rastro de ella en su lugar un Mc Donalds y grandes restaurantes modernos, reflejo de una Europa moderna, que evoluciona pero excesivamente consumista.

Pese a ello, des de lo más alto de la Torre Eiffel, con la noche parisina iluminada por cientos de bombillas ante mis ojos, me acordé de muchos, pensé en la vida y me di cuenta que pese a todos los cambios, toda la experiencia, todo lo vivido... París seguía siendo París y yo seguía siendo yo, porque la esencia de esas pequeñas cosas es lo que hace que una ciudad o uno mismo sea diferente del resto pase el tiempo que pase, simplemente sea uno mismo.

A pesar de llegar directamente al trabajo con la maleta bajo el brazo, el cuerpo cansado y la cabeza llena de ilusiones pero girando sin parar y con un sueño que ni tres cafes consiguieron aplacar, prometo no tardar otros 10 años en volver a París...

Dos amigas en la Torre Eiffel, 2007 Paris

1 comentario:

Lucas dijo...

hermosa crónica de tu aventura parisina Esther, llaman la atencion el raconto de mimos, caricias y untadas de aceite y barro...Ojo, puede ser que Bertolucci te llame para filmar la secuela de "El ultimo tango en Paris", eso si, tenes que probar con manteca...besitos.