viernes, 31 de julio de 2009

Desconexión

Un año aquí y otro allí, así me fueron pasando los últimos años.
Un año celebrando mi cumple aquí, en casa, y otro allí en mi otra casa...este año tocaba allí pero no pudo ser y estoy aquí...un año diferente porque el hecho de no estar allí ha dificultado mi momento aquí.
Así que he llegado a mis 35 años deseando y buscando desconexión entre paredes en la montaña, refugiada de las señales tecnológicas y olvidándome del mundo entero.
Estos últimos meses mi cabeza funcionó como una calculadora, haciendo todo lo que se supone que debo hacer y de repente he llegado hasta este punto casi sin un ápice de energía. Por ello estos 4 días de desconexión han sido el mejor regalo que uno se puede hacer...de repente fue como entrar en otra dimensión, mi cabecita loca se desconectó y mi mente dejó de dar vueltas sin parar; dejando que mi cuerpo casi flotara entre paredes calcáreas y aguas cristalinas. Sin conservantes, sin colorantes, de la forma más natural del mundo ví como el sol se ponía para aparecer de nuevo sobre el horizonte horas más tarde...un espectáculo de luz y de emociones que ocurre cada día del año pero que se me escapa entre ir de allá para allá, corriendo, llegando siempre tarde y intentando siempre alargar el día un poco más hasta que tu cuerpo dice basta ya y cae rendido, para entrar en un sueño tan profundo del que solo queda una leve marca entre la comisura de tus labios. Llevó meses sin recordar mis sueños...llevo meses sin parar un minuto, llevo meses sin desconectar...
Por todo esto, hoy mismo, en mi último día de trabajo, creo que ningún otro año recuerdo tan ansiadas unas vacaciones, de nuevo apagaré mi pequeño ordenador de abordo y me perderé entre montañas, sueños y puestas de sol.

Sadernes 15 juliol 2009

1 comentario:

Robert Camps dijo...

El mejor regalo del espiritu de la montanya, nose puede explicar, pero tu bien que lo sabes!

Smuaks!