jueves, 24 de enero de 2008

Gaviota en Perú...

Pastores en los Andes peruanos, Huaraz 2008

Regresé muy cansada, algo chamuscada y con algo más que comida en la panza...pero Perú fue una sorpresa alucinante.
Empecé por el sur tocando a Bolivia... con su historia, su cultura, la Inca...la auténtica, aquella que los españoles primero y el capitalismo y la glovalización después intentaron y casi hoy han conseguido borrar.
Continué por sus montañas, los Andes, y sus gentes, humildes, sencillas y con vidas en ocasiones ajenas al desarrollo tecnológico y a la revolución de los medios de comunicación.
Y terminé de la forma mas hippy posible, por sus playas del norte casi rozando Ecuador.
Conocí el Perú de las dos velocidades y el turista de las dos velocidades también.
Compartí risas, esfuerzo, celebraciones, comidas,habitación, viajes...pasé horas y horas en sus autobuses, en los de los turistas pero también en los que viajan los peruanos.
Y simplemente encontré Perú sorprendente, es imposible que te deje indiferente. En cada parada de mi camino, cruzando Perú del norte al sur y salvando las distancias, tuve un borroso y lejano recuerdo de mi viaje a tierras argentinas donde el sur es rico y el norte mucho mas pobre, pero mucho mas autentico a la vez.
Escuché tantas historias que en ocasiones no me hubiera importado parar a conocerlas mejor. Historias reales, de gente real...
Aquí en Perú más que nunca comprendí que lo importante y lo que hace especial un lugar, no es el lugar en sí, sino su gente y todo aquel que te vas encontrando en tu viaje, igual que lo que hace especial a la vida es todo aquel que encontraste en tu camino...
Y aquí en Perú más que nunca comprobé, la fuerza del destino, como ese destino puede marcar parte de nuestras vidas sin ser casi conscientes de ello. Una pregunta, cruzarte por la calle, coincidir en un autobús, en un hospedaje, cambiar tus planes, tu dirección...en ocasiones aunque de forma menos apreciable y de una manera mas lenta nos ocurre igual en nuestras vidas.

Y así conocí gaviotas, que como Juan Salvador Gaviota, decidieron en un momento de sus vidas dejar la Bandada para volar en libertad. Por todas aquellas gaviotas y los momentos que compartí con ellas dejándome llevar y volando sin rumbo pero con plena libertad.
Conocí el mundo del que vive bien en Perú, del que sobrevive como puede, del que simplemente vive sin plantearse nada más.
Del que viaja con Visa y escoge y del que viaja de su artesanía y también escoge.
Diferentes maneras de viajar, diferentes maneras de vivir...yo no se donde me encuentro, a veces allá, a veces acá. En ocasiones me creí gaviota, en otras...
Pero lo que si sé es que todos ellos hicieron que mi viaje iniciático significara algo mas en mi vida, en mi historia, de la que ahora todos ellos forman parte.
Mi conclusión:
"lo mejores momentos de la vida no se pueden pagar con dinero, por eso disfrútalos y compártelos". La gaviota que en algún momento de su vida dejó la Bandada, simplemente buscaba algo más...