Realidad lejana

Momentos de reflexión en Coco Beach, Liberia 2007

El otro día corría arriba y abajo por el pasillo, eterno en ocasiones, que separa los diferentes laboratorios y el despacho donde trabajo...que si ahora uno quiere una cosa, que si ahora el otro, que si suena el teléfono, envía esto urgente, prepara aquello, las ratolinas, otro problema, algo se estropea, algo que no sale y, la agenda del trabajo y la personal llena de cosas por hacer...y en una de esas idas y venidas, resoplo y miro por uno de los grandes ventanales. Veo una hoja caer, me paró y la sigo con la mirada, el aire se la lleva a su antojo...entonces veo muchas más hojas que siguen el mismo camino y de repente me doy cuenta que entre tanto ir y venir, corriendo de aquí para allá ni siquiera me había dado cuenta que las hojas ya no están en las cimas de los árboles sino junto a sus raíces, que ya es otoño y el verano quedó muy atrás, y que hace un año, demasiado tiempo ya, des de que regresé de África con la cabeza llena de ideas y el corazón de sueños, que a pesar de seguir estando ahí, cada vez están más profundos. El no parar de mi día a día los ha ido guardando cada vez más lejos de mi realidad actual.

Una realidad de la que en ocasiones no soy consciente, como si fuera a la vez la protagonista de una peli y la espectadora que se la mira incrédula al otro lado de la gran pantalla. Me pregunto a mi misma si soy yo, me digo a mi misma como me dejé envolver en esta marea...pero nadie me empujo, más bien yo solita me tiré a este mar que me tiene prisionera aunque sea solo por un tiempo. Ese tiempo que pasa tan corriendo para algunas pequeñas pero geniales cosas en mi día a día y tan lento para otras que anhelo. Una contradicción entre lo que debo y lo que quiero, un miedo entre lo que tengo y lo que pierdo y un rechazo a lo que hago por lo que deseo.

A pesar de todo sigo siendo yo misma, sigo sintiendo que solo el hecho de plantearme todo esto me hace sentir y saber que hay algo libre dentro de mi, imposible de cambiar, de dominar o de comprar. La vitalidad, el orgullo y la confianza, que no sé exactamente de donde nacen, pero que sin saber por qué me hacen seguir adelante en todo aquello que hago, viendo casi sin un pequeño resquicio de duda el porqué de cada cosa, el final de cada camino, el objetivo que persigo y sobre todo, el que todo llegará.